Crónica de Jorge
Después de mi primera participación
el año pasado, tenía muchas ganas de repetir Botamarges y ver si
era capaz de mejorar mi crono del año pasado (12:58). Pensaba que
era un objetivo fácil, ya que el crono no era nada del otro mundo y
contaba con la ventaja de conocer el recorrido.
El despertador suena a las 3, me visto
y cometo el primero error. A mí en ayunas me cuesta tomar cualquier
cosa y voy yo y me hago un bombón con café bien cargado, cuando yo
no suelo tomar café. También me hago un yogur con cereales, además
me tomo el antibiótico para el resfriado y un protector para el
estómago porque las pastillas me lo fastidian. Vamos que llevaba una
mezcla explosiva para mí, sobre todo a esas horas.
Nos vemos en la plaza Al-Azraq a las 4,
Jaime y Enrique en un coche y Óscar y yo en el mío. Salimos hacia
Forna. Jaime parece ir más despacio que yo y me paso mucho rato
mirando por el retrovisor, así que, entre eso y las curvitas,
empiezo a notar algo de angustia. Así soy yo, me mareo hasta
conduciendo. Finalmente no aguanto más y en un pequeño camino paro
y bajo del coche, camino unos metros y………… me dejo el
desayuno. Subimos al coche, pero sigo mal y unos kms. más adelante
vuelvo a parar a que me pegue el aire. Llegamos a Forna sobre las
5:30, sigo mal y nada más bajar del coche, termino la tarea de
vaciar mi estómago. ¡Estupendo, la mejor forma de afrontar una
carrera de 63 kms., estómago vacío, mareado y resfriado!
Prácticamente sólo tenemos tiempo de
recoger dorsales y dirigirnos a la salida. Parece que hace más calor
que el año pasado y decido salir sin manguitos. Enchufo el gps
faltando diez minutos para la salida, llega el momento y el gps sigue
sin estar listo……¡maldito aparato! Salimos de Forna y empezamos
la primera subida, tranquilos, caminando y charlando. Óscar se ha
ido nada más salir. Nos encontramos los primeros obstáculos. Han
colocado unas rocas tremendas cruzando el camino en varios puntos
para evitar la erosión del agua. También pasamos una zona de
charcos que también estaban el año pasado – no debe dar mucho el
sol en esa zona – evitamos el agua, pero es de noche y no nos damos
cuenta de que hay mucho barro y metemos los pies hasta el fondo.
Llegamos al primer avituallamiento en
el Pla de la Bassa Roja y empezamos a bajar. Es una bajada muy
peligrosa, todavía de noche y todo muy húmedo, las piedras resbalan
muchísimo y nos toca bajar muy despacio para evitar caídas.
Entramos en Villalonga de día y
estando allí nos encontramos a Óscar y nos dice que se retira. Ha
tenido una mala caída y se ha hecho un esguince.
A Enrique y Jaime les cuesta salir de
allí y les “riño”, pero sólo un poquito y encaramos la vía
verde. Tengo apuntados los parciales de cada 5 kms. del año pasado y
veo que ya vamos retrasados y me sorprende porque el año pasado nos
despistamos antes de Villalonga y perdimos al menos un cuarto de
hora.
Reponemos fuerzas en el avituallamiento
(“Vaaaamos Enrique, deja los pastelitos”, jejeje) y empezamos la
primera parte de la subida al Alt de la Safor, hasta que llegamos al
“descansillo” de Casa Tarzán y afrontamos el tramo final de la
subida. Parece que la zona alta está algo más despejada de
vegetación que el año pasado. Poco a poco Jaime se nos va escapando
y dejamos de verle. Coronamos y empezamos la bajada. El calor empieza
a hacer mella. Por fin llegamos a la Font dels Olbits y hacemos una
paradita. Comemos, bebemos bien y repaso mis pies. Seguimos la
bajada, vemos al mismo rebaño de cabras del año pasado hasta llegar
al Barranc dels Bassiets, donde nos refrescamos por dentro y por
fuera. Los miembros de la organización, tan amables como siempre, me
ayudan a tirarme agua por la cabeza. Hasta cubitos de hielo tienen.
Desde aquí hacia adelante prácticamente lo hicimos todo andando.
Hacemos la subida por pista y algo de
senda hasta el Colladet de la Comba, donde hacemos otra parada larga,
el calor es muy fuerte y se agradece algo de sombra. Enrique se pone
las botas, frutos secos, pastelitos..... hasta que nos hacemos el
ánimo y salimos. Muchas paradas para hacer “aguas menores” ya
que bebe muchísimo líquido y alguna para atender el teléfono, ya
que lo lleva dentro de la mochila. Le señalo a Enrique unas antenas
en una cima que están lejísimos y cuando le digo que tenemos que
llegar hasta allí no me cree. Kilómetros después se daría cuenta
de que no le mentía.
Empezamos la bajada hasta el Riu
Gallinera con la parada intermedia del Almirall y a partir de aquí
fue donde peor lo pasó Enrique, voy delante y le voy esperando, no
para de decir “por favor, cuánta piedra, que se acabe yaaaaa”.
Finalmente llegamos a Benirrama y en las primeras mesas hay gente
haciéndose una picaeta y yo por poco me siento con ellos pensando
que era el avituallamiento, incluso me ofrecen cerveza. Me faltó
poco para quedarme con ellos, hasta que Enrique me dice “¡eh,
Jorge, que es aquí!”. Nos encontramos a Jaime y nos dice que lo
deja. Enrique se plantea la retirada pero logro convencerle para
seguir. Más me cuesta que deje los pastelitos y los frutos secos,
“venga Enrique, que el año que viene te van a cobrar doble en la
inscripción”, a lo que la chica del avituallamiento añade
“apúntale el dorsal, apúntaselo, jejeje”.
Iniciamos otra subida pero por un
camino, agachamos la cabeza, nos ayudamos de los bastones y a ritmo
vivo, hasta llegar cerca de esas antenas que Enrique no creía
posible que tuviéramos que alcanzar. Pocos metros antes de llegar al
avituallamiento del cruce del Castillo de la Gallinera me toca
librarme del slip, porque me está causando muchas rozaduras y ni la
vaselina me alivia, así que ni corto ni perezoso, en mitad del
camino realizo un striptease. El avituallamiento está justo en el
sitio donde empezaba una bajada por asfalto que este año han
cambiado por una senda, la cual es más larga y las piedras la hacen
durísima para mí. Aquí fue donde pasé mi calvario particular y
donde Enrique me devolvió el apoyo que le presté bajando a
Benirrama. Notaba las manos agarrotadas y las piernas no me
aguantaban. Afortunadamente terminamos la senda y salimos a una pista
donde encontramos una furgona de la organización que había recogido
a alguien y nos ofrecen algo de beber, primero un poco de coca-cola
natural y después me sacan un bote de aquarius fresquísimo y eso me
“resucitó”. Nos comunican que ya somos los últimos, porque los
que iban detrás han abandonado.
Continuamos bajando, camino de
l’Atzúvia, fatal de tiempo, ya sabemos que no llegaremos dentro de
control y que seguramente se nos haga de noche pero no nos retiramos.
A Enrique se le hace largo este tramo, parece que no llegamos nunca
al pueblo y tengo que ir “mintiéndole”, ¡pero sólo por su
bien! jejeje. Empieza a plantearse en serio retirarse en llegar al
pueblo. Entrando al pueblo, nos encontramos un voluntario que nos
pregunta si nos apetece comer alguna mandarina, le decimos que sí y
nos dice que sigamos caminando que él nos alcanzará con el coche.
Se mete en el bancal y momentos después nos coge y nos las da….
¡Qué ricas estaban! Cuando llegamos, nos comentan que se nos hará
de noche y que mejor sigamos por la carretera directos a Forna, pero
como soy un cabezón, seguimos, aunque viendo lo que nos esperaba,
igual hubiera sido mejor hacerles caso.
La primera subida es dura pero noto que
la hago con más fuerzas que el año pasado y la bajada es larga pero
no es difícil. Empieza a oscurecer y tenemos que encender otra vez
los frontales. Los problemas vienen con la segunda subida después de
l’Atzúvia, noche cerrada y senda estrecha con muchos árboles y
arbustos. Al inicio nos encontramos con dos corredores que han
abandonado y nos preguntan si somos de la organización. Hacemos la
subida lentamente, mirando donde pisamos y buscando las marcas, pero
lo peor estaba por llegar. Yo recordaba esa bajada como muy jod….
perdón muy “técnica” pero conforme iba bajando (y engañando a
Enrique sobre lo que nos faltaba) iba pensando que era mucho peor de
lo que yo recordaba, incluso tuvimos que sentarnos en el suelo en
varios sitios para bajar las piernas y no tener que saltar porque
habían desniveles importantes. No sé si fueron alucinaciones pero
creo que se nos cruzó un jabalí. Por fin salimos de la montaña y
vemos el control de les canteres, avisamos a los voluntarios de los
corredores que habíamos visto antes pero resulta que estaban allí
con ellos.
Continuamos como podemos, caminando
rápido pero más por las ganas de llegar que por fuerzas. Yo quería
que entráramos juntos corriendo a meta pero nos encontramos con una
ambulancia justo en la entrada y pasamos como podemos. Al menos el
crono sigue en marcha, porque el gps se apagó hace más de una hora
y veo que hemos hecho 15:21. Los chicos de la organización nos hacen
un buen recibimiento y nos dan la enhorabuena por haber terminado.
Nos sentamos y empiezo a tomarme una cerveza cuando se acerca una
chica y nos dice si queremos que nos haga una foto en la meta, nos
levantamos como podemos y ponemos la mejor de nuestras sonrisas.
Después otro voluntario nos acompaña a recoger las bolsas y nos
vamos hasta las duchas ¡llevando él las bolsas de los dos! Hay
novedades con las duchas, ¡hay agua caliente, bien por la
organización! Después llega el momento “Selfservice” porque ya
no queda nadie y Enrique se coge algo de embutido y pan para comerse
un bocata. A mí no me entra nada igual que el año pasado y me
acerco por bebidas. Desde un balcón me dicen que coja lo que quiera.
Me llevo dos latas de fanta de limón. Una me la bebo allí mismo y
la otra de camino al coche.
Las camisetas de este año son de color
fucsia, si lo llego a saber antes igual me retiro, jejejeje. Las
tallas siguen siendo justitas porque yo gasto la M, me han dado la L
y me viene casi corta.
En resumen, edición muy dura por el
calor. Se habla de 100 abandonos, pero son menos porque según el
listado oficial, entre abandonos y no presentados a mí me salen 86.
Al igual que el año pasado, antes de terminar la carrera ya iba
pensando en no volver el año que viene, pero ya sabéis lo que pasa,
después de unos días se olvida lo malo y no quiero quedarme con el
mal sabor de este año llegando de noche, fuera de control….. Lo
mejor, haber compartido toda la carrera con un amigo, ayudándonos
mutuamente en los malos momentos. Por último y aunque sé que no soy
nada original, dar las gracias a todos los voluntarios y a la
organización, ellos hacen grande esta carrera y ……………….
AMUNT BOTAMARGES!!!!
Vaya vaya el principio de esta crónica suena un poco a escusa "estoy resfriado , en ayunas etc etc". Ahora en serio gran hazaña y espero el año que viene no tener nada y poder acompañaros. Eso si dejare a Enrique a la altura del betun (en lo que a ingesta de pastelitos se refiere, claro).Enhorabuena campeones.
Gracias Carlos. Avisaremos a la organización para que pidan extra de pastelitos, jejeje.
ResponderEliminarEnhorabuena, como dice killian, los que llegan atrás sonriendo, llorando y disfrutando, son los auténticos ganadores. Nos vemos el año que viene
ResponderEliminarGracias Fausto. Yo también he visto esa entrevista de Kilian, aunque..... ¡no me importaría sufrir durante menos tiempo! jejeje. Espero tener la ocasión de compartir más kms. contigo el año que viene.
ResponderEliminarque bona la foto amb la cervesa a la mà. Jo vaig acabar una horeta abans de vosaltres i se te queda un regust amarg però per un altre costat segur que vau disfrutar la carrera com jo,mirant més el paisatge i la natura,cosa que els primers no podran fer.
ResponderEliminarLo de la panxa també t'entenc perquè patisc sempre d'ardors i moltes coses em peguen mal i eixe dia jo em vaig curar en salut i no em vaig fer café perquè sino tela....
Tienes razón, a la velocidad que van, yo creo que no paran ni en los avituallamientos porque si no no lo entiendo. Esa velocidad no la hago yo ni cuesta abajo.
ResponderEliminarJorge, las ultras se componen de muchos factures, la mayoría de ellos imprevistos y es de sabios saber afrontarlos y vencerlos independientemente del tiempo empleado ya que lo importante es llegar, hicísteis muy bien y sois finishers que es lo que cuenta. Al año que viene vendrán otras circunstancia y ya tendrás mas experiencias para afrontarlas. Enhorabuena otros se hubiesen retirado antes de oscurecer.
ResponderEliminarGracias Miguel. Es que soy muy cabezota y no me iba a retirar después de hacer más de 50 kms., pero la segunda bajada después de Atzúvia de noche.... es una temeridad.
ResponderEliminarEnhorabuena Jorge.
ResponderEliminarMe acordé de ti al pasar por el tramo donde coincidimos el año pasado. Una lástima no compatir avituallamiento en Meta.
.
Fuiste finisher, que no es poco, y además mermado de fuerzas por lo que cuentas, muy grande lo que has hecho. Lo dicho, enhorabuena y hasta la próxima.
.
Un Saludo
Muchas gracias. A ver si el año que viene coincidimos todos otra vez. Buena señal será.
ResponderEliminarYa he encontrado el blog que me has comentado esta mañana. Para el año que viene propongo un cambio de planifición en el modo de afrontar BOTAMARGES: llevarse 40 € y hacer dos paradas "técnicas" ( entendiendo como técnica no en el sentido de jodida sino en el sentido de apoyo logístico) : la primera en algún bar de Villalonga para tomar churros con chocolate y, la segunda, en el bar de Benirrama a tomarse un bocata de magro con queso y los 660 cl. de cerveza( fresquita en una jarra con espuma desbordante por los lados) que recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud) para estos esfuerzos.
ResponderEliminarUn saludo, Jaime ( el desertor del Km. 43)
Jejeje. De acuerdo, me apunto a la nueva "táctica".
ResponderEliminarYo también me apunto con la nueva estrategia, aunque propongo que la carrera empieze 2 horas antes.
ResponderEliminarEnrique
Enrique, yo tengo una táctica mejor. Cuando den la salida, aprovechando que es de noche, nos subimos al castillo y esperamos hasta que pasen los primeros y bajamos otra vez pero con cara de cansados, jejeje.
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