martes, 16 de octubre de 2012

IV BOTAMARGES (06/10/12)


Crónica de Jorge

Después de mi primera participación el año pasado, tenía muchas ganas de repetir Botamarges y ver si era capaz de mejorar mi crono del año pasado (12:58). Pensaba que era un objetivo fácil, ya que el crono no era nada del otro mundo y contaba con la ventaja de conocer el recorrido.

El despertador suena a las 3, me visto y cometo el primero error. A mí en ayunas me cuesta tomar cualquier cosa y voy yo y me hago un bombón con café bien cargado, cuando yo no suelo tomar café. También me hago un yogur con cereales, además me tomo el antibiótico para el resfriado y un protector para el estómago porque las pastillas me lo fastidian. Vamos que llevaba una mezcla explosiva para mí, sobre todo a esas horas.

Nos vemos en la plaza Al-Azraq a las 4, Jaime y Enrique en un coche y Óscar y yo en el mío. Salimos hacia Forna. Jaime parece ir más despacio que yo y me paso mucho rato mirando por el retrovisor, así que, entre eso y las curvitas, empiezo a notar algo de angustia. Así soy yo, me mareo hasta conduciendo. Finalmente no aguanto más y en un pequeño camino paro y bajo del coche, camino unos metros y………… me dejo el desayuno. Subimos al coche, pero sigo mal y unos kms. más adelante vuelvo a parar a que me pegue el aire. Llegamos a Forna sobre las 5:30, sigo mal y nada más bajar del coche, termino la tarea de vaciar mi estómago. ¡Estupendo, la mejor forma de afrontar una carrera de 63 kms., estómago vacío, mareado y resfriado!

Prácticamente sólo tenemos tiempo de recoger dorsales y dirigirnos a la salida. Parece que hace más calor que el año pasado y decido salir sin manguitos. Enchufo el gps faltando diez minutos para la salida, llega el momento y el gps sigue sin estar listo……¡maldito aparato! Salimos de Forna y empezamos la primera subida, tranquilos, caminando y charlando. Óscar se ha ido nada más salir. Nos encontramos los primeros obstáculos. Han colocado unas rocas tremendas cruzando el camino en varios puntos para evitar la erosión del agua. También pasamos una zona de charcos que también estaban el año pasado – no debe dar mucho el sol en esa zona – evitamos el agua, pero es de noche y no nos damos cuenta de que hay mucho barro y metemos los pies hasta el fondo.

Llegamos al primer avituallamiento en el Pla de la Bassa Roja y empezamos a bajar. Es una bajada muy peligrosa, todavía de noche y todo muy húmedo, las piedras resbalan muchísimo y nos toca bajar muy despacio para evitar caídas.

Entramos en Villalonga de día y estando allí nos encontramos a Óscar y nos dice que se retira. Ha tenido una mala caída y se ha hecho un esguince.

A Enrique y Jaime les cuesta salir de allí y les “riño”, pero sólo un poquito y encaramos la vía verde. Tengo apuntados los parciales de cada 5 kms. del año pasado y veo que ya vamos retrasados y me sorprende porque el año pasado nos despistamos antes de Villalonga y perdimos al menos un cuarto de hora.

Reponemos fuerzas en el avituallamiento (“Vaaaamos Enrique, deja los pastelitos”, jejeje) y empezamos la primera parte de la subida al Alt de la Safor, hasta que llegamos al “descansillo” de Casa Tarzán y afrontamos el tramo final de la subida. Parece que la zona alta está algo más despejada de vegetación que el año pasado. Poco a poco Jaime se nos va escapando y dejamos de verle. Coronamos y empezamos la bajada. El calor empieza a hacer mella. Por fin llegamos a la Font dels Olbits y hacemos una paradita. Comemos, bebemos bien y repaso mis pies. Seguimos la bajada, vemos al mismo rebaño de cabras del año pasado hasta llegar al Barranc dels Bassiets, donde nos refrescamos por dentro y por fuera. Los miembros de la organización, tan amables como siempre, me ayudan a tirarme agua por la cabeza. Hasta cubitos de hielo tienen. Desde aquí hacia adelante prácticamente lo hicimos todo andando.

Hacemos la subida por pista y algo de senda hasta el Colladet de la Comba, donde hacemos otra parada larga, el calor es muy fuerte y se agradece algo de sombra. Enrique se pone las botas, frutos secos, pastelitos..... hasta que nos hacemos el ánimo y salimos. Muchas paradas para hacer “aguas menores” ya que bebe muchísimo líquido y alguna para atender el teléfono, ya que lo lleva dentro de la mochila. Le señalo a Enrique unas antenas en una cima que están lejísimos y cuando le digo que tenemos que llegar hasta allí no me cree. Kilómetros después se daría cuenta de que no le mentía.

Empezamos la bajada hasta el Riu Gallinera con la parada intermedia del Almirall y a partir de aquí fue donde peor lo pasó Enrique, voy delante y le voy esperando, no para de decir “por favor, cuánta piedra, que se acabe yaaaaa”. Finalmente llegamos a Benirrama y en las primeras mesas hay gente haciéndose una picaeta y yo por poco me siento con ellos pensando que era el avituallamiento, incluso me ofrecen cerveza. Me faltó poco para quedarme con ellos, hasta que Enrique me dice “¡eh, Jorge, que es aquí!”. Nos encontramos a Jaime y nos dice que lo deja. Enrique se plantea la retirada pero logro convencerle para seguir. Más me cuesta que deje los pastelitos y los frutos secos, “venga Enrique, que el año que viene te van a cobrar doble en la inscripción”, a lo que la chica del avituallamiento añade “apúntale el dorsal, apúntaselo, jejeje”.

Iniciamos otra subida pero por un camino, agachamos la cabeza, nos ayudamos de los bastones y a ritmo vivo, hasta llegar cerca de esas antenas que Enrique no creía posible que tuviéramos que alcanzar. Pocos metros antes de llegar al avituallamiento del cruce del Castillo de la Gallinera me toca librarme del slip, porque me está causando muchas rozaduras y ni la vaselina me alivia, así que ni corto ni perezoso, en mitad del camino realizo un striptease. El avituallamiento está justo en el sitio donde empezaba una bajada por asfalto que este año han cambiado por una senda, la cual es más larga y las piedras la hacen durísima para mí. Aquí fue donde pasé mi calvario particular y donde Enrique me devolvió el apoyo que le presté bajando a Benirrama. Notaba las manos agarrotadas y las piernas no me aguantaban. Afortunadamente terminamos la senda y salimos a una pista donde encontramos una furgona de la organización que había recogido a alguien y nos ofrecen algo de beber, primero un poco de coca-cola natural y después me sacan un bote de aquarius fresquísimo y eso me “resucitó”. Nos comunican que ya somos los últimos, porque los que iban detrás han abandonado.

Continuamos bajando, camino de l’Atzúvia, fatal de tiempo, ya sabemos que no llegaremos dentro de control y que seguramente se nos haga de noche pero no nos retiramos. A Enrique se le hace largo este tramo, parece que no llegamos nunca al pueblo y tengo que ir “mintiéndole”, ¡pero sólo por su bien! jejeje. Empieza a plantearse en serio retirarse en llegar al pueblo. Entrando al pueblo, nos encontramos un voluntario que nos pregunta si nos apetece comer alguna mandarina, le decimos que sí y nos dice que sigamos caminando que él nos alcanzará con el coche. Se mete en el bancal y momentos después nos coge y nos las da…. ¡Qué ricas estaban! Cuando llegamos, nos comentan que se nos hará de noche y que mejor sigamos por la carretera directos a Forna, pero como soy un cabezón, seguimos, aunque viendo lo que nos esperaba, igual hubiera sido mejor hacerles caso.

La primera subida es dura pero noto que la hago con más fuerzas que el año pasado y la bajada es larga pero no es difícil. Empieza a oscurecer y tenemos que encender otra vez los frontales. Los problemas vienen con la segunda subida después de l’Atzúvia, noche cerrada y senda estrecha con muchos árboles y arbustos. Al inicio nos encontramos con dos corredores que han abandonado y nos preguntan si somos de la organización. Hacemos la subida lentamente, mirando donde pisamos y buscando las marcas, pero lo peor estaba por llegar. Yo recordaba esa bajada como muy jod…. perdón muy “técnica” pero conforme iba bajando (y engañando a Enrique sobre lo que nos faltaba) iba pensando que era mucho peor de lo que yo recordaba, incluso tuvimos que sentarnos en el suelo en varios sitios para bajar las piernas y no tener que saltar porque habían desniveles importantes. No sé si fueron alucinaciones pero creo que se nos cruzó un jabalí. Por fin salimos de la montaña y vemos el control de les canteres, avisamos a los voluntarios de los corredores que habíamos visto antes pero resulta que estaban allí con ellos.

Continuamos como podemos, caminando rápido pero más por las ganas de llegar que por fuerzas. Yo quería que entráramos juntos corriendo a meta pero nos encontramos con una ambulancia justo en la entrada y pasamos como podemos. Al menos el crono sigue en marcha, porque el gps se apagó hace más de una hora y veo que hemos hecho 15:21. Los chicos de la organización nos hacen un buen recibimiento y nos dan la enhorabuena por haber terminado. Nos sentamos y empiezo a tomarme una cerveza cuando se acerca una chica y nos dice si queremos que nos haga una foto en la meta, nos levantamos como podemos y ponemos la mejor de nuestras sonrisas.

 Después otro voluntario nos acompaña a recoger las bolsas y nos vamos hasta las duchas ¡llevando él las bolsas de los dos! Hay novedades con las duchas, ¡hay agua caliente, bien por la organización! Después llega el momento “Selfservice” porque ya no queda nadie y Enrique se coge algo de embutido y pan para comerse un bocata. A mí no me entra nada igual que el año pasado y me acerco por bebidas. Desde un balcón me dicen que coja lo que quiera. Me llevo dos latas de fanta de limón. Una me la bebo allí mismo y la otra de camino al coche.

Las camisetas de este año son de color fucsia, si lo llego a saber antes igual me retiro, jejejeje. Las tallas siguen siendo justitas porque yo gasto la M, me han dado la L y me viene casi corta.

En resumen, edición muy dura por el calor. Se habla de 100 abandonos, pero son menos porque según el listado oficial, entre abandonos y no presentados a mí me salen 86. Al igual que el año pasado, antes de terminar la carrera ya iba pensando en no volver el año que viene, pero ya sabéis lo que pasa, después de unos días se olvida lo malo y no quiero quedarme con el mal sabor de este año llegando de noche, fuera de control….. Lo mejor, haber compartido toda la carrera con un amigo, ayudándonos mutuamente en los malos momentos. Por último y aunque sé que no soy nada original, dar las gracias a todos los voluntarios y a la organización, ellos hacen grande esta carrera y ………………. AMUNT BOTAMARGES!!!!