viernes, 21 de noviembre de 2014

LICENCIA FEDME 2015

Como todos los años, podéis tramitar la licencia con el APER. Los precios para el año 2015 son los siguientes:




Si estás interesad@, realiza el ingreso en la siguiente cuenta del Banco Sabadell:

ES42 0081 0267 8700 0671 3280
A continuación, envía un correo electrónico a aperequip@gmail.com con estos datos, junto con el justificante de ingreso:

NOMBRE Y APELLIDOS
D.N.I.
FECHA DE NACIMIENTO
DIRECCIÓN (indicando código postal)
E-mail
TELÉFONO


Día máximo de ingreso, el 15-12-14, cuando se realizará el pago y solicitud a la Federación de todas las licencias. Si se tramitan otras posteriormente, se cobrarán 5€ más por gastos de gestión y envío.


viernes, 2 de mayo de 2014

II TRAIL SOLIDARI CIUTAT D'ALCOI (26/04/14)

Crónica de Jorge 

Ya pasó la gran cita del 2014 en mi calendario. El año pasado, a pesar de ser una primera edición, la carrera obtuvo un gran éxito y prueba de ello es que este año las inscripciones han volado. Nosotros entramos por los pelos el último día.

Este año, el equipo Arrapapeus, estaba formado por Óscar Cortés, Enrique Vizcaíno, Jordi Calatayud y yo.

El primer detalle que había que tener claro era el “equipaje”. Empezamos a recordar carreras hasta encontrar una en la que hubiéramos corrido los cuatro y esa fue la Pujada a la Font Roja, “¿Estamos de acuerdo?, sí, ¿la que lleva la propaganda de Masía la Mota?, sí esa”, todos de acuerdo……… hasta que nos encontramos el día de la carrera……… tres de amarillo y uno de verde, “¿qué ha ocurrido?”, no caímos en el detalle de que habían patrocinado la carrera más de un año.


Tardamos en pasar el control de firmas porque Óscar y Jordi fueron a dejar unas cosas en el guardarropa y había mucha cola. Por fin nos juntamos con todos en la Plaça de Dins. Antes de ir a la zona de salida, nos colocamos las narices rojas para hacernos la foto, ya que este año el dinero recaudado contra el cáncer estaba dedicado a los niños.
Con unos minutos de retraso tomamos la salida y apretamos un poquito el ritmo respecto al año pasado para evitar el tapón que se formó después del Parque del Romeral en 2013. Enrique protesta porque le cuesta empezar tan rápido y luego resultó que el tapón no fue para tanto porque habían dos caminos para elegir y la cosa iba bastante rápida.

Con tanta gente cuesta ir todos juntos y Óscar y Jordi se nos van delante hasta el avituallamiento de la entrada del Barranc del Cint donde nos reagrupamos. 

Aquí viene una parte dura de la carrera con toda la entrada del barranco, el paso por el Mas del Garrofer y la subida hasta el Pic de les Pedreres. Después las vistas maravillosas desde arriba y empezamos a bajar hasta llegar a la vía verde y seguir hasta la Font del Quinzet y coger el camino que llega al Mas de la Mota.

Música, un buen avituallamiento y un gran recibimiento por parte de la dueña, Indira, que va haciendo fotos a todos los equipos que pasamos y se alegra mucho de ver nuestras camisetas.

Cogemos otra vez la vía verde hasta el Pont de les Set Llunes, donde nos hacen bajar a la pista que va directamente al Racó de Sant Bonaventura en lugar de seguir hasta coger la senda del año pasado. Por lo visto algún corredor se ha equivocado y la organización decide que vayamos todos por la pista. Mejor, 500 metros de subida dura que nos evitamos.


Llegamos a la parte más dura de la carrera, 10 kilómetros casi siempre de subida. Primero la costera del Racó, para llegar a la carretera de Les Llacunes, donde tenemos otro avituallamiento en la Casa Rural de Bons Aires. Aquí decido coger los bastones para seguir por el GR-7, pero no consigo abrilos, están atascados, menos mal que Enrique me cede los suyos.




Salimos a la carretera de la Font Roja, que dejamos al llegar a la Font del Rossinyol para coger la ruta del Barranc de l’Infern hasta subir al Pla dels Gal.lers, que aunque es preciosa, se me hace un poco larga en esta ocasión.

Ya estamos sobre el km. 30 y nos tomamos un merecido descanso en el avituallamiento. Ahora nos esperan un tramo por pista hasta subir al Menejador, el punto más alto de la carrera (1.334 m.).

Después, la parte que más pesada se me hace de este recorrido. Primero la senda para llegar a la cava Simarro, donde me resulta imposible correr porque son todo piedras, para coger un poco de camino, donde sí que trotamos un poco, para llegar a la senda dels Nevaters, que en circunstancias normales disfruto bastante, pero a esas alturas de carrera resulta interminable y peligrosa para los corredores torpes como yo.

Después de más de 9 kilómetros, básicamente de bajada, desde el Menejador, llegamos a Sant Antoni, donde me dan un ZAS en toda la boca. Al llegar al avituallamiento se me ocurre decir en voz alta “una cerveza” y de repente me veo que uno de los voluntarios me alarga el brazo con una cerveza bien fría…….. y como yo he leído que lo mejor para recuperar es la cerveza y además está tan fresquita…….. no me la bebí entera, pero me vino bien.
Salimos del avituallamiento y pasamos por la Ermita de Sant Antoni donde aprovecho para llamar a la familia y decirles que más o menos en una hora llegaremos a meta y lo clavo.

Dejamos el asfalto para coger una senda muy vertical y deslizante hasta salir al polideportivo Francisco Laporta que este año no se me hace tan dura, cruzamos la vía verde y cogemos otra senda para salir al otro lado de uno de los túneles (con lo fácil que sería atravesar el túnel, pero ya no sería tan divertido), otros metros de vía y otra senda para bajar hasta la Venta Saltera, cruzamos la carretera y llegamos al Manantial del Molinar que este año no rebosa agua y no está tan bonito como el año pasado.

Nos dirigimos ya a entrar de nuevo en la ciudad. Parece que este año hay una variante y nos harán subir hasta el Parque de Cantagallet en lugar de seguir recto hasta la calle Sant Vicent, pero nos vamos acercando y no veo que nos desvíen, empiezo a pensar que no es verdad y cuando estábamos a punto de salir a la carretera del Molinar nos hacen coger un camino de subida que, en efecto llega hasta la parte más alta del parque. No es dura pero, después de 45 kilómetros, cualquier subida se atraganta.

Hacemos “cumbre” y ahora sí, ahora todo hacia abajo hasta meta. Calle Sant Vicent, Sant Mateu, atravesamos el Parque de la Glorieta, plaza Ramón y Cajal, calle Sant Francesc y nueva sorpresa, en lugar de bajar toda la calle y entrar a meta, nos hacen callejear unos metros y entrar a meta en “dirección contraria” en la calle Sant Llorenç.

Qué decir de la entrada a meta…… gente a ambos lados aplaudiendo, música, alfombra roja y la cinta para entrar como unos campeones. Óscar me pregunta que tiempo hemos hecho y me doy cuenta de que no había parado el crono. Ocho horas y veintidós minutos, cuarenta y cinco minutos menos que el año pasado.


Avituallamiento en meta, masaje y cervecita con la familia en la Plaça de Dins. En esos momentos pienso que es mucho esfuerzo, que el año que viene no la hago e incluso que quiero borrarme de la carrera del 1 de junio en Banyeres de 27 kms., pero después pasan los días, se te olvida el cansancio y quedan los buenos recuerdos, los saludos a los amigos, la solidaridad de tu equipo.

Este año, como avituallamiento particular, me llevé un par de mini bocadillos, aunque luego sólo comí uno, unas sales y una barrita de chocolate y limón de 226ers. Para beber, en lugar de isotónico, que al final me deja la boca pastosa, me llevé agua y aprovechaba los avituallamientos para beber algo de isotónico.

Por último, felicitar a la organización y a los voluntarios porque se han superado, que ya era difícil y a mis compañeros de equipo, a Óscar y Jordi por sacrificar sus posibilidades de un mejor crono y a Enrique por su paciencia con la brasa que le doy en cada avituallamiento.

miércoles, 9 de abril de 2014

MiMaMuCa (06/04/2014)

Crónica de Jorge

En ocasiones, tenemos tantas ganas de que llegue un acontecimiento que, cuando llega, nos sentimos un pelín decepcionados porque las cosas no salen como habíamos imaginado. Supongo que por eso, a la mayoría de personas nos gustan más los libros que las películas que hacen de ellos y eso es lo que me ha pasado este año con Carrícola.

Hacía seis meses de mi última carrera, el maratón alpino de Al-mudaina, y lo pasé tan mal ese día que me propuse prepararme mejor para las siguientes carreras. Desde que empezó 2014 he seguido al pie de la letra mi plan, entre 10 y 15 kms. entre semana y pasar de 20 los fines de semana, intentando caminar lo imprescindible en las subidas.

Mi primer objetivo para este año en Carrícola era mejorar mi marca del año anterior de 2:34 y si era bajando de 2:30 pues mejor. Conocía el recorrido y sabía lo que me esperaba, pero no ha podido ser. No solo no he bajado, sino que he hecho 3 minutos más que el año pasado.

Pero vayamos por orden. Salimos de Alcoy sobre las 8:20 h. en dos coches y al llegar a la rotonda del Decathlon…….¡¡¡ la Guardia Civil !!!, pensé que sería el típico control de alcoholemia, pero observamos como el agente se pone a meterle la bronca a Jessi, que si no sabía qué significaba tal gesto, que si algo sobre una línea imaginaria…. y nosotros alucinando en el coche de atrás. Nos toca el turno, se acerca un primer agente y nos pregunta si habíamos bebido algo, le explico que acabamos de levantarnos y que nos vamos a correr y se marcha, pero veo que se nos acerca el otro que había hablado con Jessi y nos cae la bronca también a nosotros, que si cuando nos hagan ese gesto de parar hay que poner las luces de emergencia, y no sé qué más cosas. Bueno, finalmente, seguimos nuestro camino.

Al llegar a Carrícola, el mismo espectáculo de siempre, un pueblo rebosante de gente yendo de un lado para otro, coches intentando buscar un hueco para aparcar (fuera del pueblo claro), la gente del pueblo en sus puestos para que no nos falte de nada……. una gozada, un gran ejemplo de cómo hacer bien las cosas si se tiene ilusión en cada detalle.
Parecía que no hubiéramos salido de casa, había alcoyanos por todas partes y los que no eran de Alcoy también van resultándome familiares después de cuatro años y por lo visto algunos también se acuerdan de mí. Se me acercó un chaval a saludarme porque se acordaba de haberme visto en la subida al Montcabrer y de eso hace dos años, pero lo que más me preocupó fue que alguien se acordara de mí………. en las duchas.

Yo intenté calentar antes de la carrera, pero era difícil, siempre había alguien a quien saludar, aunque al ritmo que yo corro no importa mucho, digamos que los primeros 5 kms. de la carrera son mi calentamiento.






A la hora de la salida, las 9:30 h., ya hacía mucha calor. Música, globos, aplausos y empezamos a correr. Salimos hacia abajo, con algún pequeño cambio en esa parte y volvemos a pasar por el pueblo en el km. 2, lo dejamos atrás y empezamos una subida hasta el km. 4, donde hacemos una bajada por senda de 1 km. para empezar a subir al castillo. Una subida corta pero dura, sobre todo el tramo final donde me toca caminar algún trozo.
Seguimos subiendo hasta el km. 8,5 donde viene mi parte favorita de la carrera, una bajada corta, apenas un kilómetro por senda, pero que ya entrado en calor y sin estar todavía cansado se disfruta bastante.

Después, 2,5 kms. de subida hasta llegar al punto más alto de la carrera y a partir de aquí, “casi” todo es hacía abajo. Este punto marca la frontera para saber si voy bien o voy a sufrir. Y este año ha vuelto a tocar sufrir. Son bajadas por senda, que sin ser “técnicas” como dirían los entendidos, son peligrosas para los torpes como yo, porque son muy corredoras pero a la vez llenas de piedra y raíces, por lo que es muy fácil, sobre todo si vas cansado, tropezarte y caerte.
Como mis sensaciones, en esos momentos, ya no eran buenas, intenté concentrarme en la pisada para no caerme, y al menos eso sí que lo conseguí, aunque tuve algún tropezón y torceduras sin importancia.
En ocasiones tenía la sensación de estar viviendo el día de la marmota, no paraban de adelantarme los mismos corredores una y otra vez.
Al terminar esa bajada sales a pista, uno de los tramos desagradables de la carrera para mí. Son dos kilómetros que parecen no terminar nunca, para empalmar con otra bajada muy parecida a la anterior, senda muy rápida, las fuerzas ya van muy justas y tengo el mismo objetivo, no caerme.

Otra vez salimos a pista para completar apenas un kilómetro, que se hace eterno a esas alturas de carrera para, por fin, coger la última senda que baja hasta el pueblo. Otra vez la música, los aplausos y el enésimo detalle que hace de Carrícola mi carrera favorita, este año nos ponen la cinta a todos para que podamos sentirnos campeones por una vez, aunque todos los que afrontan un reto como una media maratón de montaña ya lo sean sólo por intentarlo.
¿Qué análisis puedo hacer? ¿Quizás fue por el calor? ¿Quizás confié demasiado en mi “supuesta” mejor preparación y apreté demasiado en la primera parte de la carrera donde están las subidas? ¿No lo hice bien en los avituallamientos? Como suelo acabar tocado del estómago en las carreras a partir de media maratón, procuré hacerlos suaves. Cuando llegaba, me tiraba un vaso de agua por la cabeza, me bebía otro, me tiraba un segundo vaso por la cabeza y cogía algún trozo de naranja, además de una pequeña bebida de cafeína a mitad de carrera.

En fin, hay que intentar ser positivos, así que, interpretando los datos a mi conveniencia, como hacen los políticos:
- Puedo decir que en las cuatro ediciones he sido muy regular en mis tiempos, con una diferencia de menos de cuatro minutos, entre mi mejor crono y el peor.
- Como estoy acostumbrado a mirar la clasificación de mi equipo de fútbol empezando por abajo porque termino antes, hago lo mismo con las carreras y en mis cuatro participaciones en Carrícola, cada año he dejado atrás más gente que el año anterior, duplicando este año, donde siendo la edición más numerosa, he conseguido entrar por delante de 144 corredores (el que no se consuela es porque no quiere).

El año que viene volveré a intentarlo, eso seguro.

lunes, 10 de febrero de 2014

CARRERA CLANDESTINA

TE ANIMAS???

Recibir un e-mail de este tipo, no tiene precio. Decir que no, es imposible!!!

RECORDAD (los que ya estáis en el ajo) y SABED (los que recibís noticia por primera vez) que el 23 de febrero tenéis una cita con la aventura y la emoción. 

Una carrera auténtica. De las que ya no hay. Si alguna vez alguien se preguntó ... ¿cómo y por dónde corrían el hombre y la mujer primitivos? La respuesta la obtendrá el 23 de feb.

El plan, excepto en caso variación que será comunicada, consiste en concentrarnos con sumo sigilo a las 9 am en la Rotonda de la Ronda Norte más próxima al Puente del Bimilenario de Elche. Ahí hay un gran descampado. Desde ahí nos desplazaremos al lugar de celebración del evento.

Para participar en el evento se requiere ser cómplice del mismo. Por ello no sois (los que vengáis) participantes. Sois cómplices, con todo lo que ello implica.

Mr. X os comunicará quién es vuestra pareja (resultado de sorteo sin trampa ni cartón) y la hora de inicio. Se os facilitará un plano. Existirá alguna señalización. La imprescindible. Pues no hace falta marca alguna cuando no hay más que una opción lógica (vuestro instinto y experiencia os guiarán).

Cada minuto (o cada medio minuto si la complicidad resultara ser muy numerosa) tomará la salida una pareja. El recorrido no será superior a 20 k. Puede haber un avituallamiento (además del que seguro habrá en meta). 

Es preciso llevar cuidado. 

La bebida, la comida y los regalos y premios, se pagarán a escote entre los asistentes. Si hubiera o hubiese cantidad sobrante (se hará lo preciso para que exista sobrante), se entregará a la Asociación sin ánimo de lucro que colabore con la realización de esta aventura. Y si no colabora ninguna, se entregará a la Asociación que elija la pareja ganadora.

La cuota por persona no será superior a 10 Euros.

Imprescindible llevar móvil, zapatillas de montaña y bidón de no menos de 1/2 L. 

Muy recomendable llevar mallas largas o calzas altas.

Habrá betadine.

Seguiremos informando ....

jueves, 10 de octubre de 2013

VIII MARATÓN ALPINO AL-MUDAYNA

Crónica de Jorge Rubio


Casi desde que empecé a correr supe de la existencia de esta carrera, aunque en realidad se trata de cuatro: maratón, medio maratón, medio maratón caminantes y maratón de mtb. El problema es que coincide en fechas con Botamarges y estos dos últimos años fui a Forna, pero este año tenía claro que no iba a caer en la tentación y me apunté con tiempo para “ahorrarme” 20 kms.

El viernes 4 después de recoger a los críos del colegio salimos dirección a Socovos. La intención era pasar allí el fin de semana y que la carrera me pillara más cerca, ya que desde Alcoy hay unos 200 kms. y desde Socovos hasta La Almudema, que es una pedanía de Caravaca, hay unos 65 kms.

Los 180 kms. de Alcoy a Socovos se hicieron muuuuuy largos. Cualquiera que haya hecho un viajecito en coche con niños sabe de lo que hablo. Cuatro paradas, dos vómitos y tres horas después llegamos a Socovos. Descargando las maletas ya se había detectado nuestra presencia en el pueblo, es imposible entrar y que no se sepa, había una vecina en la esquina de la calle tomando buena nota para pasar el parte.

La casa del pueblo (Socovos)
En fin, que llegamos justos para cenar y acostarnos. A las 6 h. me levanté y me preparé para salir hacia La Almudema. Llegué sobre las 7:30 h. y me dirigí a por el dorsal. La gente iba en todas direcciones así que le pregunté a un municipal y me dirigió hacia el colegio, llegué y vi a mucha gente, pero allí lo que hacían era dar chocolate, café y magdalenas, cogí un vasito de chocolate y me fui otra vez en busca del dorsal. Esta vez acerté, habían muchas colas, una por cada prueba, me puse en la más larga, pero después de un rato me extrañó que hubiera tanta gente en mi cola cuando sólo habían 137 inscritos y entonces me di cuenta que me había equivocado y la mía era una donde sólo habían dos o tres personas.

Jorge & Jorge (Gorka)
Cogido el dorsal, volví al coche para ponérmelo y de repente oí que alguien me llamaba y me encontré con Gorka, un nuevo miembro del equipo APER. Cuando estuvimos listos nos fuimos hacia la zona de salida. 


Eché un vistazo alrededor y vi que poquitos éramos. Acostumbrado a carreras con 300 o más corredores, aquí no llegábamos a 140 y eso para hacer 42 kms. por montaña significaba dos cosas: iba a pasar mucho tiempo solo y tendría que esforzarme mucho para no quedar el último…. y no me equivoqué.

Le dije a Gorka que fuera a la suya y cuando dieron la salida nos deseamos suerte y cada uno cogió su ritmo. La salida era cuesta abajo y luego llana por lo que la gente salió rapidísima. Yo recordaba el consejo de Jessi, no correr mucho en la primera mitad porque la segunda parte de la carrera era dura, pero por lo visto a los demás no les debieron dar el mismo consejo porque yo iba a casi 6 min./km. y eso para mí y con más de 40 kms. por delante es una barbaridad, pero ¿qué iba a hacer?, íbamos por un falso llano que picaba un poco, también alguna cuesta hacia abajo. Total, que en menos de 3 kms. ya iba casi solo y no sabía si en última posición, así que hice lo único que podía hacer, ponerme la musiquita y coger mi ritmo. Después de unos cuantos sube y baja llegamos al primer avituallamiento en el alto de Los Pelados: agua, isotónica, frutos secos, barritas, plátanos, glucosa… muy completo, pico un poco y continúo.

Después venían unos kilómetros de bajada hasta que empezaba otra dura subida para llegar al segundo avituallamiento en el alto de La Ermita, picoteé algo y me comí la barrita de limón con chocolate de 226ers. que llevaba, que está buenísima. Pasado el avituallamiento llegamos a una bajada brutal, 130 mts. de desnivel en sólo 500 mts, realmente peligrosa, no hubiera venido mal alguna cuerda o cadena. Luego la bajada se suavizaba hasta llegar a la tercera subida importante de la carrera hasta el alto del Torreón Jorquera, donde había otro avituallamiento.

Había que aprovechar bien la bajada para recuperar porque después venía el punto más duro de la carrera, una subida de casi 500 mts. de desnivel en 5 kms., siendo el último km. una pared de 250 mts. de desnivel. Parecía que estábamos subiendo el Everest sin oxígeno, cada paso era un esfuerzo enorme y tuve que parar varias veces para recuperarme un poco. Afortunadamente, desde el principio de la subida contaba con la compañía de Mariano, un corredor de Algemesí que había tenido que dejar atrás a su compañero que se había lesionado la rodilla y ya hicimos toda la carrera juntos.

Si la subida fue dura, la bajada no fue nada fácil. Mucha pendiente y todo por senda de piedra y arena muy fina que hacía imposible andar de frente, teniendo que bajar de lado muchos tramos para no caer. 230 mts. de desnivel negativo en un km. para enganchar inmediatamente otra subida de 220 mts. de desnivel positivo en un km.

Estábamos en el km. 30 y yo estaba reventado y achicharrado por el sol, muchas veces cogía agua del camelback y la lanzaba para que me refrescara un poco la cara. Teníamos por delante unos 5 kms de bajada pero con muchos repechos importantes que daban la sensación de no terminar nunca de subir cuestas.

Empezamos a ver la cuesta del cortafuegos que yo había visto por internet, muy mona, con todas las banderitas, corta pero muy dura para las piernas a esas alturas. Nos íbamos alejando y empezamos a dudar si tendríamos que subirla o era para las otras pruebas, pero yo recordaba haberlo leído en la descripción de la carrera y al final, después de salir de una de las pocas zonas de árboles que había, nos vemos otro avituallamiento justo a los pies del cortafuegos. Lo subimos y después bajamos pensando que ya habíamos terminado de subir cuestas hasta meta pero aún quedaban algunas. 


No sabíamos si íbamos los últimos, aunque nos dijeron que habían dos corredores por detrás y que una moto cerraba la carrera. Teníamos el pueblo a la vista y no se oía ninguna moto, así que íbamos tranquilos, trotamos un poco pero reservando fuerzas para la entrada a meta que era otra cuesta más, en esas oímos que se acercaba la moto pero no veíamos a nadie y al pasar el motorista le preguntamos si éramos los últimos, nos dijo que venían dos más por detrás pero que ya estaban en la carretera que lleva el pueblo y ya no era necesario ir detrás. 

Ya se divisa la meta
Por fin llegó el momento de empezar a correr para hacer la entrada triunfal. La gradas de meta ya estaban vacías claro y la meta llena de voluntarios que pensaba que íbamos a tener que sortear para entrar. Y después a preguntar para entregar el chip, recoger la medalla, la camiseta… por cierto del diploma no supe nada, vamos que estaban casi desmontando y no había mucho ambiente.

Fui al coche para dejar la mochila y los regalos y prepararme el Recovery 226 de chocolate. Cogí la bolsa y me fui a buscar las duchas. Más dudas en las indicaciones hasta que por fin las encontré. Eran al aire libre y mixtas, aunque a esas alturas casi las tuve en exclusiva para mí solo. Pregunté por la comida y me dijeron que iban sacando paellas conforme se acababan. Entré en el comedor y ya no había nadie comiendo, pregunté y me dijeron que estaban preparando otra paella, me senté a esperar pero se pusieron a retirarlo todo, incluso tuve que levantar el vaso que estaba bebiendo para que quitaran el mantel de papel. Total, que como no sabía lo que iban a tardar y a mí siempre se me cierra el estómago en estas carreras, me levanté y me fui. Cuando ya estaba en la calle y pensando que nadie se había percatado de mi “fuga”, alguien me llama y al girarme me pregunta una voluntaria si no iba a comer, le dije que no me entraba nada, me ofreció un bocata pero preferí coger el coche y pasar directamente a la cena, aunque sólo pude tragar unas cuantas gambas y un yogurt.

Al llegar al coche me di cuenta que había un sobre de los que llevaban los dorsales en el parabrisas, me extrañó porque recordaba haberlo dejado en el maletero y pensé que sería de otro corredor y alguien pensando que era mío me lo había dejado pero al cogerlo resulta que había sido Gorka dejándome un mensaje para decirme que ya se iban. Gracias por el detalle Gorka.

Por la noche, al acostarme, supongo que por toda la coca-cola y la bebida de cafeína que había tomado en carrera, no podía dormir y por si faltaba algo me dolía la cabeza, suele pasarme cuando hago una carrera tan larga, sobre todo si el sol no para de darte. A las cuatro de la mañana seguía sin pegar ojo, así que bajé a la calle, rezando para que nadie me viera en pijama, para coger el ibuprofeno que llevaba en la mochila de la carrera, me lo tomé y pude dormir algo hasta las 6 que empezó a diluviar y después de eso los críos empezaron a despertarse. El caso es que al levantarme, yo no sé si sería por el ibuprofeno, por la crema que me puso mi mujer en las piernas, por el Recovery 226ers. o por las tres cosas, pero me notaba las piernas como nunca después de un esfuerzo tan grande. Normalmente paso tres o cuatro días que no puedo ni bajar las escaleras y sin embargo esta vez me noto perfectamente.

En fin, la carrera bien organizada, bien señalizada, bien los avituallamientos, pero el recorrido no es muy atractivo y como yo siempre llego de los últimos pues me pierdo muchas cosas. Los voluntarios muy amables pero a veces sin mucha información. Lo más gracioso es que iba todo el rato pensando que por fin había encontrado una prueba señalada para despistados como yo y aún tuve que retroceder unos metros porque me equivoqué. Donde sí que no tuve la culpa fue cuando a pocos kms. de meta volvimos a la parte inicial del recorrido y nos encontramos con dos carteles iguales que indicaban uno para cada lado, afortunadamente mi compañero de fatigas lo tenía más claro que yo y escogimos el lado correcto.

La conclusión que saco de esta carrera, una vez más, es que me empeño en hacer carreras para las que no estoy preparado y tengo claro que con los entrenos que puedo y estoy dispuesto a hacer, difícilmente lo estaré nunca. Y esto es todo, que ya me he enrollado demasiado.

viernes, 2 de agosto de 2013

Maratón del Aneto (27/07/13)

Crónica de Jorge

Si tuviera que describir en una sola palabra lo que ha significado para mí esta carrera, sería INOLVIDABLE, en todos los sentidos. Desde que surgió la posibilidad de ir a Pirineos, sabía que no me lo podía perder, porque si no, me iba a arrepentir, y ahora estoy todavía más convencido de ello.


Salimos de Alcoy sobre las 14 h., llegando a Benasque casi a las 22 h., con el tiempo justo para recoger los dorsales. Después nos repartimos en los diferentes apartamentos y a cenar. Como no podía ser de otra forma, celebramos nuestra pasta-party. Cuando vi la cacerola rebosando de macarrones pensé “estos tíos están locos, ¡¡ 1 kg. de macarrones para cinco personas !!”, pues no sobraron.


Después bajamos para ver la salida de los participantes en la Ultra-Trail y enseguida al apartamento para preparar todo lo que íbamos a necesitar para el día siguiente. Estuve dudando hasta el último momento si coger el cortavientos y los manguitos.... menos mal que los cogí, acabé empapado igualmente pero al menos no perdía calor. Eso por no hablar del mapa que teníamos que llevar obligatoriamente, en lugar de un mapa parecía la guía campsa, como si me fuera a servir de algo en medio de tanta montaña, total para terminar en la basura por culpa del agua.


Me puse la alarma pero no hizo falta, no sé si por los nervios de la carrera o por la costumbre de levantarme a la misma hora para ir al curro, el caso es que me desperté bastante antes. Empecé a vestirme y coger todas las cosas que necesitaba; mochila, agua, bastones, comida....... ¡jod….!, la tenía preparada en la nevera de la playa pero la bolsa no estaba bien cerrada y le había entrado agua de los cubitos que habían en la nevera, total, que el sandwich a la basura y los números del dorsal que había pintado en las barritas, borrados.


Desayunamos y nos vamos hacia la salida. Muchísimos participantes y público. Como me ocurre en casi todas las carreras voy perdiendo de vista a mis compañeros hasta quedarme solo, pero entonces me encuentro con Javier Pereda, al que acompaña Alberto Vidal y me quedo con ellos. Aquí hay más alcoyanos que en Gandía en agosto.



Dan la salida y empezamos a correr por las calles de Benasque, muchísimo público aplaudiendo. Enseguida salimos del pueblo y cogemos una senda muy estrecha que hace que se produzca un gran tapón, toca caminar en fila de a uno, así durante mucho tiempo, poco a poco se abren huecos pero es difícil correr porque estamos subiendo. En el km. 4 empezamos a bajar hacía Eriste y aquí sí que podemos correr un poco hasta el km. 8, donde empezamos la parte más dura de la carrera, unos 13 kms. de subida hasta el Collado de la Plana, pasando por el refugio de Ángel Orús, aprovechamos para comer alguna barrita y empezar a tomar sales.



En esta parte es donde te das cuenta de lo que significa correr en Pirineos. Tengo que esforzarme para no quedarme descolgado de Javier y Alberto. Llegamos al primer avituallamiento y ya no queda melón ni sandía ni isotónica, sólo frutos secos y agua, que luego me enteré que era agua del río. No sé para que decían que lleváramos pastillas potabilizadoras y nos dan agua del río sin advertirlo a los corredores, así que tiramos de nuestras provisiones de barritas y sales. Seguimos subiendo, o escalando, no sabría muy bien como calificarlo y empiezo mirar a mi alrededor para disfrutar de la belleza de los Pirineos, que no conocía, y esperando ver en cualquier momento a Heidi y a su abuelo o al mismísimo Yeti. Zonas de roca, agua bajando por todas partes, neveros y lagos enormes...... como para pensar en correr.


Por fin avistamos el refugio de Ángel Orús. Yo me esperaba una cabañita de madera pero se trata de un enorme edificio de piedra en el que nos tomamos un descanso para reponer fuerzas. Comemos un poco y tomamos otra pastillita de sales, rellenamos las mochilas con agua, también aprovecho para llamar a casa: “¿Ya has terminado?........ ¿Qué coñ………voy a terminar? ¡si voy por el km. 16!”. En fin, una vez repuestos de los 7 kms. que llevamos de subida toca seguir ascendiendo otros 5 kms. hasta el Collado de La Plana, con un pequeño respiro a medio camino.



Mucho tiempo antes de llegar al Collado se escucha algún cencerro y a una chica que no para de chillar y animar a todos los corredores que pasan. Estábamos a más de 2.700 mts y hacía algo de fresquito, seguró que terminó afónica, pero se agradece y mucho la labor de personas así. Preguntamos a los encargados del puesto de control sobre lo que nos espera y una mujer nos informa que tenemos por delante unos 5 kms. con dos bajadas muy peligrosas y que vayamos con mucho cuidado. Así lo hacemos, pero no por decisión propia, sino porque es imposible pensar en nada que no sea ir paso a paso, de piedra en piedra, muchas de ellas de canto en las que era muy fácil resbalar o apoyar mal y sufrir algún esguince. En esta zona tenemos que atravesar alguna nevero y como el calzado no es el más adecuado, me veo obligado a echar el culo al suelo y deslizarme lo mejor posible. Al levantarme tengo las manos y el culo helados, pero afortunadamente se me pasa enseguida. Me viene a la cabeza un vídeo que vi hace un tiempo de Kilian deslizándose por una zona parecida como si en lugar de zapatillas llevara esquís, ¿cómo puede ser que pertenezcamos a la misma especie?




Terminado el descenso, nos tomamos un pequeño descanso, nos hidratamos, comemos (lo de siempre, barrita y sales) y nos quitamos los cortavientos……. aunque quizás hubiera sido mejor no hacerlo. Ahora nos esperaban unos kilómetros aparentemente tranquilos hasta el refugio de Estós, un sube y baja sin excesivo desnivel y dificultad, pero lo que ya parecía un tranquilo “paseo” hasta el final, se convirtió en el momento más duro que he vivido en mi corta vida de runner y la primera vez que he pensado en una retirada, y no porque me encontrara mal, sino porque se cumplieron los pronósticos del tiempo y empezó a llover….. más bien a diluviar. Al principio sólo eran unas gotas, pero empezó a ponerse oscuro y a llover cada vez más fuerte. Por si faltaba algo empezaron a oírse truenos, algún relámpago y algo de granizo, no muy grande, pero lo suficiente para hacer daño en los brazos. Lo lógico hubiera sido parar a ponerse el cortavientos otra vez, pero era tal la tromba de agua que hubiera servido de poco, además de que prefería seguir adelante y llegar lo antes que posible que perder un solo minuto y mojarme más. De hecho Alberto paró a tapar su mochila para que no le entrara agua y tardó muchísimo en cogernos. Javier me decía: “Pero Jorge, ¿cómo vas ahora tan deprisa?”, eran las ganas de llegar al refugio lo antes posible. Ese tramo se me hizo eterno hasta que, por fin, Javier dijo que veía el refugio: “Allí, a la derecha”…….¿dónde, yo no veo nada?”, varias veces me lo dijo y yo seguía sin poder verlo: “A las dos, está a las dos”, “ya lo veo”, estaba al otro lado de un barranco. Tuvimos que bajar, cruzar el río y hacer una corta pero dura subida hasta el refugio de Estós. Afortunadamente la lluvia paró unos minutos antes de llegar, porque de seguir como hasta entonces tenía casi decidido parar allí. Era una temeridad continuar diez kilómetros más con esa tormenta eléctrica sobre nuestras cabezas.



El refugio fue un auténtico oasis en el desierto, había mucha gente descansando, entrando en calor. Aproveché para ponerme el cortavientos. Ya no llovía, pero empezaba a enfriarme. También me cambié los calcetines, aunque sirvió de poco porque estaban algo mojados, por no hablar de las zapatillas, que estaban empapadas.


Son curiosas las reacciones que tiene el cuerpo. Durante toda la subida desde Eriste hasta el Collado de La Plana y el posterior descenso hasta el refugio de Estós, iba notando como el cansancio iba en aumento, sin embargo, salí de allí con fuerzas renovadas. Quizás fuera el hecho de verme “salvado” después de lo mal que lo habíamos pasado con la tormenta y saber que lo que quedaba hasta meta eran “sólo” unos diez kilómetros pero de descenso y por camino, pista y asfalto, así que hablé con Javier y me dijo que si me encontraba bien que tirara, que a él le costaba correr después de haber parado. Así que, después de más de 30 kms. de carrera, empecé a correr cuesta abajo hasta llegar al segundo y último avituallamiento. Aquí había melón, así que me pegué un buen atracón. El pobre chico que cortaba los trozos no daba abasto. A punto de salir del avituallamiento llegaron Javier y Alberto, le pregunté qué tal iba y me dijo que mejor, le comenté que yo seguía y que ya me cogerían ellos, nos dimos un buen abrazo y empecé a correr otra vez. Cuando llevaba un kilómetro más o menos, me di cuenta que tenía el gps parado, lo volví a poner en marcha pero ya iba sin referencias de la distancia que me faltaba, por lo que pregunté varias veces, pero casi fue peor, porque lo que me decían siempre me parecía menos de lo que luego era. En estos últimos ocho kilómetros adelanté a mucha gente que ya iba andando o a un ritmo muy lento. Cuando faltaban unos cinco kilómetros a meta empezó a llover otra vez bastante fuerte, pero ya iba tranquilo porque la meta estaba cerca y el terreno no presentaba problemas salvo algunas piedras o raíces.


Por fin llegué al asfalto, supuestamente a 3 kms. de meta pero que a mí me parecieron más. La emoción iba en aumento. Después de haber visto la retirada tan cerca, encontrarme ahora a pocos minutos de finalizar una carrera tan dura como ésta, hizo que casi no sintiera el cansancio, que ahora sí, empezaba a pasarme factura, pero no iba a parar de correr hasta meta. La gente, incluso la que iba en coches, no dejaba de animarme y aplaudirme. Yo pensaba que, como siempre me ocurre, al llegar de los últimos y con el tiempo tan desagradable, no habría mucha gente para verme llegar, pero Silvia y Jessi tenían razón cuando me decían que no había nada como una carrera de montaña en el norte, aquí la gente lo vive muy intensamente: “¡Ánimo que ya está! ¡Aupa, aupa, Jorge que no queda nada!”, menudo subidón al entrar a Benasque. Entre lo estrecho de las calles y la gente haciendo pasillo, parecía un ciclista en una de esas etapas en las que suben un puerto y la gente casi no deja espacio para pasar. La entrada a meta fue alucinante, muchísima gente, saludando a uno y otro lado y para rematar, saltito para entrar.


Después de eso, recogí la medalla, entregué el chip, la fianza y la cervecita. Tan liado iba entre todo lo que llevaba en las manos que por un momento no sabía ni donde había metido los 20 € y me puse a buscar desesperado y preguntar a todo el mundo, hasta que una de las voluntarias me dijo: “Pero si los llevas pegados al vaso de la cerveza”……. que vergüenza. 


Esperé para ver entrar a mis compañeros de carrera, que llegaron unos minutos más tarde. Me extrañó que no me alcanzaran, porque yo llevaba un ritmo muy suave, o al menos que llegáramos más juntos, pero al hablar con Javier me dijo que había tropezado y había tenido una caída.


Después tuve que llamar para que me ayudaran a llegar al apartamento porque no sabía ni por dónde paraba. La ducha me supo a gloria, después la cena de toda la expedición alcoyana y a dormir, porque no tenía ganas ni de ir a tomar algo por ahí.



El domingo, sin prisas, nos levantamos, desayunamos, fuimos a ver alguna tienda y sobre mediodía salimos hacia Alcoy, parando a comer en un lugar del que mejor no acordarse y sobre las 10 de la noche por fin en casa.



Resumiendo, una experiencia brutal en todos los sentidos.

miércoles, 15 de mayo de 2013