jueves, 10 de octubre de 2013

VIII MARATÓN ALPINO AL-MUDAYNA

Crónica de Jorge Rubio


Casi desde que empecé a correr supe de la existencia de esta carrera, aunque en realidad se trata de cuatro: maratón, medio maratón, medio maratón caminantes y maratón de mtb. El problema es que coincide en fechas con Botamarges y estos dos últimos años fui a Forna, pero este año tenía claro que no iba a caer en la tentación y me apunté con tiempo para “ahorrarme” 20 kms.

El viernes 4 después de recoger a los críos del colegio salimos dirección a Socovos. La intención era pasar allí el fin de semana y que la carrera me pillara más cerca, ya que desde Alcoy hay unos 200 kms. y desde Socovos hasta La Almudema, que es una pedanía de Caravaca, hay unos 65 kms.

Los 180 kms. de Alcoy a Socovos se hicieron muuuuuy largos. Cualquiera que haya hecho un viajecito en coche con niños sabe de lo que hablo. Cuatro paradas, dos vómitos y tres horas después llegamos a Socovos. Descargando las maletas ya se había detectado nuestra presencia en el pueblo, es imposible entrar y que no se sepa, había una vecina en la esquina de la calle tomando buena nota para pasar el parte.

La casa del pueblo (Socovos)
En fin, que llegamos justos para cenar y acostarnos. A las 6 h. me levanté y me preparé para salir hacia La Almudema. Llegué sobre las 7:30 h. y me dirigí a por el dorsal. La gente iba en todas direcciones así que le pregunté a un municipal y me dirigió hacia el colegio, llegué y vi a mucha gente, pero allí lo que hacían era dar chocolate, café y magdalenas, cogí un vasito de chocolate y me fui otra vez en busca del dorsal. Esta vez acerté, habían muchas colas, una por cada prueba, me puse en la más larga, pero después de un rato me extrañó que hubiera tanta gente en mi cola cuando sólo habían 137 inscritos y entonces me di cuenta que me había equivocado y la mía era una donde sólo habían dos o tres personas.

Jorge & Jorge (Gorka)
Cogido el dorsal, volví al coche para ponérmelo y de repente oí que alguien me llamaba y me encontré con Gorka, un nuevo miembro del equipo APER. Cuando estuvimos listos nos fuimos hacia la zona de salida. 


Eché un vistazo alrededor y vi que poquitos éramos. Acostumbrado a carreras con 300 o más corredores, aquí no llegábamos a 140 y eso para hacer 42 kms. por montaña significaba dos cosas: iba a pasar mucho tiempo solo y tendría que esforzarme mucho para no quedar el último…. y no me equivoqué.

Le dije a Gorka que fuera a la suya y cuando dieron la salida nos deseamos suerte y cada uno cogió su ritmo. La salida era cuesta abajo y luego llana por lo que la gente salió rapidísima. Yo recordaba el consejo de Jessi, no correr mucho en la primera mitad porque la segunda parte de la carrera era dura, pero por lo visto a los demás no les debieron dar el mismo consejo porque yo iba a casi 6 min./km. y eso para mí y con más de 40 kms. por delante es una barbaridad, pero ¿qué iba a hacer?, íbamos por un falso llano que picaba un poco, también alguna cuesta hacia abajo. Total, que en menos de 3 kms. ya iba casi solo y no sabía si en última posición, así que hice lo único que podía hacer, ponerme la musiquita y coger mi ritmo. Después de unos cuantos sube y baja llegamos al primer avituallamiento en el alto de Los Pelados: agua, isotónica, frutos secos, barritas, plátanos, glucosa… muy completo, pico un poco y continúo.

Después venían unos kilómetros de bajada hasta que empezaba otra dura subida para llegar al segundo avituallamiento en el alto de La Ermita, picoteé algo y me comí la barrita de limón con chocolate de 226ers. que llevaba, que está buenísima. Pasado el avituallamiento llegamos a una bajada brutal, 130 mts. de desnivel en sólo 500 mts, realmente peligrosa, no hubiera venido mal alguna cuerda o cadena. Luego la bajada se suavizaba hasta llegar a la tercera subida importante de la carrera hasta el alto del Torreón Jorquera, donde había otro avituallamiento.

Había que aprovechar bien la bajada para recuperar porque después venía el punto más duro de la carrera, una subida de casi 500 mts. de desnivel en 5 kms., siendo el último km. una pared de 250 mts. de desnivel. Parecía que estábamos subiendo el Everest sin oxígeno, cada paso era un esfuerzo enorme y tuve que parar varias veces para recuperarme un poco. Afortunadamente, desde el principio de la subida contaba con la compañía de Mariano, un corredor de Algemesí que había tenido que dejar atrás a su compañero que se había lesionado la rodilla y ya hicimos toda la carrera juntos.

Si la subida fue dura, la bajada no fue nada fácil. Mucha pendiente y todo por senda de piedra y arena muy fina que hacía imposible andar de frente, teniendo que bajar de lado muchos tramos para no caer. 230 mts. de desnivel negativo en un km. para enganchar inmediatamente otra subida de 220 mts. de desnivel positivo en un km.

Estábamos en el km. 30 y yo estaba reventado y achicharrado por el sol, muchas veces cogía agua del camelback y la lanzaba para que me refrescara un poco la cara. Teníamos por delante unos 5 kms de bajada pero con muchos repechos importantes que daban la sensación de no terminar nunca de subir cuestas.

Empezamos a ver la cuesta del cortafuegos que yo había visto por internet, muy mona, con todas las banderitas, corta pero muy dura para las piernas a esas alturas. Nos íbamos alejando y empezamos a dudar si tendríamos que subirla o era para las otras pruebas, pero yo recordaba haberlo leído en la descripción de la carrera y al final, después de salir de una de las pocas zonas de árboles que había, nos vemos otro avituallamiento justo a los pies del cortafuegos. Lo subimos y después bajamos pensando que ya habíamos terminado de subir cuestas hasta meta pero aún quedaban algunas. 


No sabíamos si íbamos los últimos, aunque nos dijeron que habían dos corredores por detrás y que una moto cerraba la carrera. Teníamos el pueblo a la vista y no se oía ninguna moto, así que íbamos tranquilos, trotamos un poco pero reservando fuerzas para la entrada a meta que era otra cuesta más, en esas oímos que se acercaba la moto pero no veíamos a nadie y al pasar el motorista le preguntamos si éramos los últimos, nos dijo que venían dos más por detrás pero que ya estaban en la carretera que lleva el pueblo y ya no era necesario ir detrás. 

Ya se divisa la meta
Por fin llegó el momento de empezar a correr para hacer la entrada triunfal. La gradas de meta ya estaban vacías claro y la meta llena de voluntarios que pensaba que íbamos a tener que sortear para entrar. Y después a preguntar para entregar el chip, recoger la medalla, la camiseta… por cierto del diploma no supe nada, vamos que estaban casi desmontando y no había mucho ambiente.

Fui al coche para dejar la mochila y los regalos y prepararme el Recovery 226 de chocolate. Cogí la bolsa y me fui a buscar las duchas. Más dudas en las indicaciones hasta que por fin las encontré. Eran al aire libre y mixtas, aunque a esas alturas casi las tuve en exclusiva para mí solo. Pregunté por la comida y me dijeron que iban sacando paellas conforme se acababan. Entré en el comedor y ya no había nadie comiendo, pregunté y me dijeron que estaban preparando otra paella, me senté a esperar pero se pusieron a retirarlo todo, incluso tuve que levantar el vaso que estaba bebiendo para que quitaran el mantel de papel. Total, que como no sabía lo que iban a tardar y a mí siempre se me cierra el estómago en estas carreras, me levanté y me fui. Cuando ya estaba en la calle y pensando que nadie se había percatado de mi “fuga”, alguien me llama y al girarme me pregunta una voluntaria si no iba a comer, le dije que no me entraba nada, me ofreció un bocata pero preferí coger el coche y pasar directamente a la cena, aunque sólo pude tragar unas cuantas gambas y un yogurt.

Al llegar al coche me di cuenta que había un sobre de los que llevaban los dorsales en el parabrisas, me extrañó porque recordaba haberlo dejado en el maletero y pensé que sería de otro corredor y alguien pensando que era mío me lo había dejado pero al cogerlo resulta que había sido Gorka dejándome un mensaje para decirme que ya se iban. Gracias por el detalle Gorka.

Por la noche, al acostarme, supongo que por toda la coca-cola y la bebida de cafeína que había tomado en carrera, no podía dormir y por si faltaba algo me dolía la cabeza, suele pasarme cuando hago una carrera tan larga, sobre todo si el sol no para de darte. A las cuatro de la mañana seguía sin pegar ojo, así que bajé a la calle, rezando para que nadie me viera en pijama, para coger el ibuprofeno que llevaba en la mochila de la carrera, me lo tomé y pude dormir algo hasta las 6 que empezó a diluviar y después de eso los críos empezaron a despertarse. El caso es que al levantarme, yo no sé si sería por el ibuprofeno, por la crema que me puso mi mujer en las piernas, por el Recovery 226ers. o por las tres cosas, pero me notaba las piernas como nunca después de un esfuerzo tan grande. Normalmente paso tres o cuatro días que no puedo ni bajar las escaleras y sin embargo esta vez me noto perfectamente.

En fin, la carrera bien organizada, bien señalizada, bien los avituallamientos, pero el recorrido no es muy atractivo y como yo siempre llego de los últimos pues me pierdo muchas cosas. Los voluntarios muy amables pero a veces sin mucha información. Lo más gracioso es que iba todo el rato pensando que por fin había encontrado una prueba señalada para despistados como yo y aún tuve que retroceder unos metros porque me equivoqué. Donde sí que no tuve la culpa fue cuando a pocos kms. de meta volvimos a la parte inicial del recorrido y nos encontramos con dos carteles iguales que indicaban uno para cada lado, afortunadamente mi compañero de fatigas lo tenía más claro que yo y escogimos el lado correcto.

La conclusión que saco de esta carrera, una vez más, es que me empeño en hacer carreras para las que no estoy preparado y tengo claro que con los entrenos que puedo y estoy dispuesto a hacer, difícilmente lo estaré nunca. Y esto es todo, que ya me he enrollado demasiado.

viernes, 2 de agosto de 2013

Maratón del Aneto (27/07/13)

Crónica de Jorge

Si tuviera que describir en una sola palabra lo que ha significado para mí esta carrera, sería INOLVIDABLE, en todos los sentidos. Desde que surgió la posibilidad de ir a Pirineos, sabía que no me lo podía perder, porque si no, me iba a arrepentir, y ahora estoy todavía más convencido de ello.


Salimos de Alcoy sobre las 14 h., llegando a Benasque casi a las 22 h., con el tiempo justo para recoger los dorsales. Después nos repartimos en los diferentes apartamentos y a cenar. Como no podía ser de otra forma, celebramos nuestra pasta-party. Cuando vi la cacerola rebosando de macarrones pensé “estos tíos están locos, ¡¡ 1 kg. de macarrones para cinco personas !!”, pues no sobraron.


Después bajamos para ver la salida de los participantes en la Ultra-Trail y enseguida al apartamento para preparar todo lo que íbamos a necesitar para el día siguiente. Estuve dudando hasta el último momento si coger el cortavientos y los manguitos.... menos mal que los cogí, acabé empapado igualmente pero al menos no perdía calor. Eso por no hablar del mapa que teníamos que llevar obligatoriamente, en lugar de un mapa parecía la guía campsa, como si me fuera a servir de algo en medio de tanta montaña, total para terminar en la basura por culpa del agua.


Me puse la alarma pero no hizo falta, no sé si por los nervios de la carrera o por la costumbre de levantarme a la misma hora para ir al curro, el caso es que me desperté bastante antes. Empecé a vestirme y coger todas las cosas que necesitaba; mochila, agua, bastones, comida....... ¡jod….!, la tenía preparada en la nevera de la playa pero la bolsa no estaba bien cerrada y le había entrado agua de los cubitos que habían en la nevera, total, que el sandwich a la basura y los números del dorsal que había pintado en las barritas, borrados.


Desayunamos y nos vamos hacia la salida. Muchísimos participantes y público. Como me ocurre en casi todas las carreras voy perdiendo de vista a mis compañeros hasta quedarme solo, pero entonces me encuentro con Javier Pereda, al que acompaña Alberto Vidal y me quedo con ellos. Aquí hay más alcoyanos que en Gandía en agosto.



Dan la salida y empezamos a correr por las calles de Benasque, muchísimo público aplaudiendo. Enseguida salimos del pueblo y cogemos una senda muy estrecha que hace que se produzca un gran tapón, toca caminar en fila de a uno, así durante mucho tiempo, poco a poco se abren huecos pero es difícil correr porque estamos subiendo. En el km. 4 empezamos a bajar hacía Eriste y aquí sí que podemos correr un poco hasta el km. 8, donde empezamos la parte más dura de la carrera, unos 13 kms. de subida hasta el Collado de la Plana, pasando por el refugio de Ángel Orús, aprovechamos para comer alguna barrita y empezar a tomar sales.



En esta parte es donde te das cuenta de lo que significa correr en Pirineos. Tengo que esforzarme para no quedarme descolgado de Javier y Alberto. Llegamos al primer avituallamiento y ya no queda melón ni sandía ni isotónica, sólo frutos secos y agua, que luego me enteré que era agua del río. No sé para que decían que lleváramos pastillas potabilizadoras y nos dan agua del río sin advertirlo a los corredores, así que tiramos de nuestras provisiones de barritas y sales. Seguimos subiendo, o escalando, no sabría muy bien como calificarlo y empiezo mirar a mi alrededor para disfrutar de la belleza de los Pirineos, que no conocía, y esperando ver en cualquier momento a Heidi y a su abuelo o al mismísimo Yeti. Zonas de roca, agua bajando por todas partes, neveros y lagos enormes...... como para pensar en correr.


Por fin avistamos el refugio de Ángel Orús. Yo me esperaba una cabañita de madera pero se trata de un enorme edificio de piedra en el que nos tomamos un descanso para reponer fuerzas. Comemos un poco y tomamos otra pastillita de sales, rellenamos las mochilas con agua, también aprovecho para llamar a casa: “¿Ya has terminado?........ ¿Qué coñ………voy a terminar? ¡si voy por el km. 16!”. En fin, una vez repuestos de los 7 kms. que llevamos de subida toca seguir ascendiendo otros 5 kms. hasta el Collado de La Plana, con un pequeño respiro a medio camino.



Mucho tiempo antes de llegar al Collado se escucha algún cencerro y a una chica que no para de chillar y animar a todos los corredores que pasan. Estábamos a más de 2.700 mts y hacía algo de fresquito, seguró que terminó afónica, pero se agradece y mucho la labor de personas así. Preguntamos a los encargados del puesto de control sobre lo que nos espera y una mujer nos informa que tenemos por delante unos 5 kms. con dos bajadas muy peligrosas y que vayamos con mucho cuidado. Así lo hacemos, pero no por decisión propia, sino porque es imposible pensar en nada que no sea ir paso a paso, de piedra en piedra, muchas de ellas de canto en las que era muy fácil resbalar o apoyar mal y sufrir algún esguince. En esta zona tenemos que atravesar alguna nevero y como el calzado no es el más adecuado, me veo obligado a echar el culo al suelo y deslizarme lo mejor posible. Al levantarme tengo las manos y el culo helados, pero afortunadamente se me pasa enseguida. Me viene a la cabeza un vídeo que vi hace un tiempo de Kilian deslizándose por una zona parecida como si en lugar de zapatillas llevara esquís, ¿cómo puede ser que pertenezcamos a la misma especie?




Terminado el descenso, nos tomamos un pequeño descanso, nos hidratamos, comemos (lo de siempre, barrita y sales) y nos quitamos los cortavientos……. aunque quizás hubiera sido mejor no hacerlo. Ahora nos esperaban unos kilómetros aparentemente tranquilos hasta el refugio de Estós, un sube y baja sin excesivo desnivel y dificultad, pero lo que ya parecía un tranquilo “paseo” hasta el final, se convirtió en el momento más duro que he vivido en mi corta vida de runner y la primera vez que he pensado en una retirada, y no porque me encontrara mal, sino porque se cumplieron los pronósticos del tiempo y empezó a llover….. más bien a diluviar. Al principio sólo eran unas gotas, pero empezó a ponerse oscuro y a llover cada vez más fuerte. Por si faltaba algo empezaron a oírse truenos, algún relámpago y algo de granizo, no muy grande, pero lo suficiente para hacer daño en los brazos. Lo lógico hubiera sido parar a ponerse el cortavientos otra vez, pero era tal la tromba de agua que hubiera servido de poco, además de que prefería seguir adelante y llegar lo antes que posible que perder un solo minuto y mojarme más. De hecho Alberto paró a tapar su mochila para que no le entrara agua y tardó muchísimo en cogernos. Javier me decía: “Pero Jorge, ¿cómo vas ahora tan deprisa?”, eran las ganas de llegar al refugio lo antes posible. Ese tramo se me hizo eterno hasta que, por fin, Javier dijo que veía el refugio: “Allí, a la derecha”…….¿dónde, yo no veo nada?”, varias veces me lo dijo y yo seguía sin poder verlo: “A las dos, está a las dos”, “ya lo veo”, estaba al otro lado de un barranco. Tuvimos que bajar, cruzar el río y hacer una corta pero dura subida hasta el refugio de Estós. Afortunadamente la lluvia paró unos minutos antes de llegar, porque de seguir como hasta entonces tenía casi decidido parar allí. Era una temeridad continuar diez kilómetros más con esa tormenta eléctrica sobre nuestras cabezas.



El refugio fue un auténtico oasis en el desierto, había mucha gente descansando, entrando en calor. Aproveché para ponerme el cortavientos. Ya no llovía, pero empezaba a enfriarme. También me cambié los calcetines, aunque sirvió de poco porque estaban algo mojados, por no hablar de las zapatillas, que estaban empapadas.


Son curiosas las reacciones que tiene el cuerpo. Durante toda la subida desde Eriste hasta el Collado de La Plana y el posterior descenso hasta el refugio de Estós, iba notando como el cansancio iba en aumento, sin embargo, salí de allí con fuerzas renovadas. Quizás fuera el hecho de verme “salvado” después de lo mal que lo habíamos pasado con la tormenta y saber que lo que quedaba hasta meta eran “sólo” unos diez kilómetros pero de descenso y por camino, pista y asfalto, así que hablé con Javier y me dijo que si me encontraba bien que tirara, que a él le costaba correr después de haber parado. Así que, después de más de 30 kms. de carrera, empecé a correr cuesta abajo hasta llegar al segundo y último avituallamiento. Aquí había melón, así que me pegué un buen atracón. El pobre chico que cortaba los trozos no daba abasto. A punto de salir del avituallamiento llegaron Javier y Alberto, le pregunté qué tal iba y me dijo que mejor, le comenté que yo seguía y que ya me cogerían ellos, nos dimos un buen abrazo y empecé a correr otra vez. Cuando llevaba un kilómetro más o menos, me di cuenta que tenía el gps parado, lo volví a poner en marcha pero ya iba sin referencias de la distancia que me faltaba, por lo que pregunté varias veces, pero casi fue peor, porque lo que me decían siempre me parecía menos de lo que luego era. En estos últimos ocho kilómetros adelanté a mucha gente que ya iba andando o a un ritmo muy lento. Cuando faltaban unos cinco kilómetros a meta empezó a llover otra vez bastante fuerte, pero ya iba tranquilo porque la meta estaba cerca y el terreno no presentaba problemas salvo algunas piedras o raíces.


Por fin llegué al asfalto, supuestamente a 3 kms. de meta pero que a mí me parecieron más. La emoción iba en aumento. Después de haber visto la retirada tan cerca, encontrarme ahora a pocos minutos de finalizar una carrera tan dura como ésta, hizo que casi no sintiera el cansancio, que ahora sí, empezaba a pasarme factura, pero no iba a parar de correr hasta meta. La gente, incluso la que iba en coches, no dejaba de animarme y aplaudirme. Yo pensaba que, como siempre me ocurre, al llegar de los últimos y con el tiempo tan desagradable, no habría mucha gente para verme llegar, pero Silvia y Jessi tenían razón cuando me decían que no había nada como una carrera de montaña en el norte, aquí la gente lo vive muy intensamente: “¡Ánimo que ya está! ¡Aupa, aupa, Jorge que no queda nada!”, menudo subidón al entrar a Benasque. Entre lo estrecho de las calles y la gente haciendo pasillo, parecía un ciclista en una de esas etapas en las que suben un puerto y la gente casi no deja espacio para pasar. La entrada a meta fue alucinante, muchísima gente, saludando a uno y otro lado y para rematar, saltito para entrar.


Después de eso, recogí la medalla, entregué el chip, la fianza y la cervecita. Tan liado iba entre todo lo que llevaba en las manos que por un momento no sabía ni donde había metido los 20 € y me puse a buscar desesperado y preguntar a todo el mundo, hasta que una de las voluntarias me dijo: “Pero si los llevas pegados al vaso de la cerveza”……. que vergüenza. 


Esperé para ver entrar a mis compañeros de carrera, que llegaron unos minutos más tarde. Me extrañó que no me alcanzaran, porque yo llevaba un ritmo muy suave, o al menos que llegáramos más juntos, pero al hablar con Javier me dijo que había tropezado y había tenido una caída.


Después tuve que llamar para que me ayudaran a llegar al apartamento porque no sabía ni por dónde paraba. La ducha me supo a gloria, después la cena de toda la expedición alcoyana y a dormir, porque no tenía ganas ni de ir a tomar algo por ahí.



El domingo, sin prisas, nos levantamos, desayunamos, fuimos a ver alguna tienda y sobre mediodía salimos hacia Alcoy, parando a comer en un lugar del que mejor no acordarse y sobre las 10 de la noche por fin en casa.



Resumiendo, una experiencia brutal en todos los sentidos.

miércoles, 15 de mayo de 2013

jueves, 18 de abril de 2013

MiMaMuCa (III Mitja Marató de muntanya de Carricola)

Crónica de Jorge

Un año más y ya van tres ediciones, llega la cita con la media maratón de montaña de Carrícola. Una de las fijas en mi calendario, mi favorita por muchos motivos: la primera edición en 2011 fue mi estreno en carreras de montaña, el recorrido me parece perfecto ya que tiene un poco de todo, la mejor animación en carrera, un gran ambiente con un pueblo volcado con la prueba y con todos nosotros, un precio muy ajustado y una buena bolsa del corredor.

Sobre las 8:10 sale la expedición alcoyana. Llegamos a Carrícola y aparcamos, fuera del pueblo como siempre. Recogemos dorsales y después de no pocos problemas algunos conseguimos colocarnos el dorsal con el portadorsales que nos han regalado. Después paso por el aseo y a tomar un cafetito y un trozo de coca para salir con las pilas cargadas.
Promocionando el Trail Solidari 
David en la salida
La salida es espectacular, como siempre, arranca el crono y empezamos a correr. Empezamos a correr, voy tranquilo, sin forzar, pero al volver a pasar por el pueblo en el kilómetro dos y pico, veo que voy por debajo de 6 min./km., y es que cuando vas en carrera y con tanta gente alrededor, aunque no quieras, te dejas llevar y vas más rápido de lo que crees. En esta ocasión he decidido llevar mi propio avituallamiento y así no perder tiempo y no me ha ido mal, me he notado bien, sin ningún bajón.

En cuanto salimos del pueblo empezamos a subir por un camino cómodo. Voy corriendo la mayor parte del tiempo, pero hago los tramos más duros andando para no desgastarme demasiado. Así hasta el km. 4 donde empieza una bajada fácil, muy corredera, pero dura poco, en el km. 5 empieza la subida hasta el castillo y justo después un avituallamiento.


Toni Llinares, uno de los componentes de Arrapapeus en el Trail Solidari
Noelia Ponsoda, participa junto a tres chicas Aper en el Trail Solidari


Ya tengo experiencia en captar fotógrafos y sonreir :)
Silvia demostrando que se puede sufrir y sonreir


Oscar Sanchís, que terminó el 20 de la general!!
Lucía, que hizo muy buena carrera!!
Al llegar me encuentro a Jessi, me dice que no sigue, se resiente de las costillas y del pie.

Jessi, estropeada temporalmente


Seguimos en constante subida hasta el km. 8,5 donde empieza una bajada con algo de piedra pero que se puede hacer a buen ritmo. Apenas un kilómetro después volvemos a subir hasta el km. 12, y llega el punto crítico de la carrera, donde me la juego, sabía que en esta larga bajada lo iba a pasar mal por las zapatillas y mi torpeza en terreno técnico. Estuve varios días pensando en este tramo de la carrera y decidiendo que zapatillas usar. Por un lado las Adidas no me han dado mal resultado pero ya están muy viejas y empiezan a darme problemas de ampollas y tratándose de una media maratón no quería arriesgarme, por eso elegí las Brooks, que se me ajustan al pie como un guante pero son muy bajas de la zona del tobillo y encima al llevar las plantillas todavía peor y cuando toco zona técnica es como si llevara chanclas, pero al tratarse de unos dos kilómetros nada más me decidí por las Brooks sabiendo que tendría que ir con mucho cuidado en esa zona.


Empiezo la bajada bien, algunos me adelantan y yo también adelanto a otros, alguna torcedura de tobillo sin importancia hasta que llego a cola de un grupo de unos diez o doce corredores encabezados por una chica que va haciendo tapón. Es una zona muy estrecha y de mucha piedra, imposible adelantar si no te dejan paso. No sé si los primeros chicos del grupo van juntos con la chica pero ninguno le adelanta y yo no iba a decirle a todos que se apartaran, entre otras cosas porque sabía que cuando llegáramos a la pista muchos me iban a pasar otra vez, así que aguanto y consigo adelantar a unos cuantos pero no llego hasta la chica. Por fin llegamos al final de la bajada y salimos a la pista. Casi todo este tramo de pista lo hago corriendo menos una subida muy dura y volvemos a hacer otra bajada de unos tres kilómetros y otra vez la pesada pista en subida hasta el kilómetro 20 donde dejamos la pista y cogemos una senda que baja hasta el pueblo. Conforme te vas acercando vas oyendo la música y el ambiente del pueblo y eso te da fuerzas, pero los árboles y matorrales no te dejan verlo. Al final, unos metros de cemento hasta la meta.




Voy encontrando a los compañeros que han llegado antes que yo……….casi todos. La peor parada ha sido Noelia que ha tenido una caída fea. Compruebo en la clasificación que tengo premio y voy a recogerlo (unos calcetines). Paso por las duchas y espero a Noelia que ha ido a curarse para volver a casa. Sobre las duchas, un detallito sin importancia….. todos no medimos 1,80 m. ¿Podrían hacer el favor de no poner los grifos tan altos? Al menos el año pasado habían unas cajas de fruta y te podías subir en ellas para abrir el agua. En definitiva, he terminado muy contento, con buenas sensaciones y mejorando mi marca de las dos ediciones anteriores.

Por cierto, me olvidé el gel en las duchas, así que si alguien lo tiene, que me lo devuelva, que estaba casi lleno!!