jueves, 10 de octubre de 2013

VIII MARATÓN ALPINO AL-MUDAYNA

Crónica de Jorge Rubio


Casi desde que empecé a correr supe de la existencia de esta carrera, aunque en realidad se trata de cuatro: maratón, medio maratón, medio maratón caminantes y maratón de mtb. El problema es que coincide en fechas con Botamarges y estos dos últimos años fui a Forna, pero este año tenía claro que no iba a caer en la tentación y me apunté con tiempo para “ahorrarme” 20 kms.

El viernes 4 después de recoger a los críos del colegio salimos dirección a Socovos. La intención era pasar allí el fin de semana y que la carrera me pillara más cerca, ya que desde Alcoy hay unos 200 kms. y desde Socovos hasta La Almudema, que es una pedanía de Caravaca, hay unos 65 kms.

Los 180 kms. de Alcoy a Socovos se hicieron muuuuuy largos. Cualquiera que haya hecho un viajecito en coche con niños sabe de lo que hablo. Cuatro paradas, dos vómitos y tres horas después llegamos a Socovos. Descargando las maletas ya se había detectado nuestra presencia en el pueblo, es imposible entrar y que no se sepa, había una vecina en la esquina de la calle tomando buena nota para pasar el parte.

La casa del pueblo (Socovos)
En fin, que llegamos justos para cenar y acostarnos. A las 6 h. me levanté y me preparé para salir hacia La Almudema. Llegué sobre las 7:30 h. y me dirigí a por el dorsal. La gente iba en todas direcciones así que le pregunté a un municipal y me dirigió hacia el colegio, llegué y vi a mucha gente, pero allí lo que hacían era dar chocolate, café y magdalenas, cogí un vasito de chocolate y me fui otra vez en busca del dorsal. Esta vez acerté, habían muchas colas, una por cada prueba, me puse en la más larga, pero después de un rato me extrañó que hubiera tanta gente en mi cola cuando sólo habían 137 inscritos y entonces me di cuenta que me había equivocado y la mía era una donde sólo habían dos o tres personas.

Jorge & Jorge (Gorka)
Cogido el dorsal, volví al coche para ponérmelo y de repente oí que alguien me llamaba y me encontré con Gorka, un nuevo miembro del equipo APER. Cuando estuvimos listos nos fuimos hacia la zona de salida. 


Eché un vistazo alrededor y vi que poquitos éramos. Acostumbrado a carreras con 300 o más corredores, aquí no llegábamos a 140 y eso para hacer 42 kms. por montaña significaba dos cosas: iba a pasar mucho tiempo solo y tendría que esforzarme mucho para no quedar el último…. y no me equivoqué.

Le dije a Gorka que fuera a la suya y cuando dieron la salida nos deseamos suerte y cada uno cogió su ritmo. La salida era cuesta abajo y luego llana por lo que la gente salió rapidísima. Yo recordaba el consejo de Jessi, no correr mucho en la primera mitad porque la segunda parte de la carrera era dura, pero por lo visto a los demás no les debieron dar el mismo consejo porque yo iba a casi 6 min./km. y eso para mí y con más de 40 kms. por delante es una barbaridad, pero ¿qué iba a hacer?, íbamos por un falso llano que picaba un poco, también alguna cuesta hacia abajo. Total, que en menos de 3 kms. ya iba casi solo y no sabía si en última posición, así que hice lo único que podía hacer, ponerme la musiquita y coger mi ritmo. Después de unos cuantos sube y baja llegamos al primer avituallamiento en el alto de Los Pelados: agua, isotónica, frutos secos, barritas, plátanos, glucosa… muy completo, pico un poco y continúo.

Después venían unos kilómetros de bajada hasta que empezaba otra dura subida para llegar al segundo avituallamiento en el alto de La Ermita, picoteé algo y me comí la barrita de limón con chocolate de 226ers. que llevaba, que está buenísima. Pasado el avituallamiento llegamos a una bajada brutal, 130 mts. de desnivel en sólo 500 mts, realmente peligrosa, no hubiera venido mal alguna cuerda o cadena. Luego la bajada se suavizaba hasta llegar a la tercera subida importante de la carrera hasta el alto del Torreón Jorquera, donde había otro avituallamiento.

Había que aprovechar bien la bajada para recuperar porque después venía el punto más duro de la carrera, una subida de casi 500 mts. de desnivel en 5 kms., siendo el último km. una pared de 250 mts. de desnivel. Parecía que estábamos subiendo el Everest sin oxígeno, cada paso era un esfuerzo enorme y tuve que parar varias veces para recuperarme un poco. Afortunadamente, desde el principio de la subida contaba con la compañía de Mariano, un corredor de Algemesí que había tenido que dejar atrás a su compañero que se había lesionado la rodilla y ya hicimos toda la carrera juntos.

Si la subida fue dura, la bajada no fue nada fácil. Mucha pendiente y todo por senda de piedra y arena muy fina que hacía imposible andar de frente, teniendo que bajar de lado muchos tramos para no caer. 230 mts. de desnivel negativo en un km. para enganchar inmediatamente otra subida de 220 mts. de desnivel positivo en un km.

Estábamos en el km. 30 y yo estaba reventado y achicharrado por el sol, muchas veces cogía agua del camelback y la lanzaba para que me refrescara un poco la cara. Teníamos por delante unos 5 kms de bajada pero con muchos repechos importantes que daban la sensación de no terminar nunca de subir cuestas.

Empezamos a ver la cuesta del cortafuegos que yo había visto por internet, muy mona, con todas las banderitas, corta pero muy dura para las piernas a esas alturas. Nos íbamos alejando y empezamos a dudar si tendríamos que subirla o era para las otras pruebas, pero yo recordaba haberlo leído en la descripción de la carrera y al final, después de salir de una de las pocas zonas de árboles que había, nos vemos otro avituallamiento justo a los pies del cortafuegos. Lo subimos y después bajamos pensando que ya habíamos terminado de subir cuestas hasta meta pero aún quedaban algunas. 


No sabíamos si íbamos los últimos, aunque nos dijeron que habían dos corredores por detrás y que una moto cerraba la carrera. Teníamos el pueblo a la vista y no se oía ninguna moto, así que íbamos tranquilos, trotamos un poco pero reservando fuerzas para la entrada a meta que era otra cuesta más, en esas oímos que se acercaba la moto pero no veíamos a nadie y al pasar el motorista le preguntamos si éramos los últimos, nos dijo que venían dos más por detrás pero que ya estaban en la carretera que lleva el pueblo y ya no era necesario ir detrás. 

Ya se divisa la meta
Por fin llegó el momento de empezar a correr para hacer la entrada triunfal. La gradas de meta ya estaban vacías claro y la meta llena de voluntarios que pensaba que íbamos a tener que sortear para entrar. Y después a preguntar para entregar el chip, recoger la medalla, la camiseta… por cierto del diploma no supe nada, vamos que estaban casi desmontando y no había mucho ambiente.

Fui al coche para dejar la mochila y los regalos y prepararme el Recovery 226 de chocolate. Cogí la bolsa y me fui a buscar las duchas. Más dudas en las indicaciones hasta que por fin las encontré. Eran al aire libre y mixtas, aunque a esas alturas casi las tuve en exclusiva para mí solo. Pregunté por la comida y me dijeron que iban sacando paellas conforme se acababan. Entré en el comedor y ya no había nadie comiendo, pregunté y me dijeron que estaban preparando otra paella, me senté a esperar pero se pusieron a retirarlo todo, incluso tuve que levantar el vaso que estaba bebiendo para que quitaran el mantel de papel. Total, que como no sabía lo que iban a tardar y a mí siempre se me cierra el estómago en estas carreras, me levanté y me fui. Cuando ya estaba en la calle y pensando que nadie se había percatado de mi “fuga”, alguien me llama y al girarme me pregunta una voluntaria si no iba a comer, le dije que no me entraba nada, me ofreció un bocata pero preferí coger el coche y pasar directamente a la cena, aunque sólo pude tragar unas cuantas gambas y un yogurt.

Al llegar al coche me di cuenta que había un sobre de los que llevaban los dorsales en el parabrisas, me extrañó porque recordaba haberlo dejado en el maletero y pensé que sería de otro corredor y alguien pensando que era mío me lo había dejado pero al cogerlo resulta que había sido Gorka dejándome un mensaje para decirme que ya se iban. Gracias por el detalle Gorka.

Por la noche, al acostarme, supongo que por toda la coca-cola y la bebida de cafeína que había tomado en carrera, no podía dormir y por si faltaba algo me dolía la cabeza, suele pasarme cuando hago una carrera tan larga, sobre todo si el sol no para de darte. A las cuatro de la mañana seguía sin pegar ojo, así que bajé a la calle, rezando para que nadie me viera en pijama, para coger el ibuprofeno que llevaba en la mochila de la carrera, me lo tomé y pude dormir algo hasta las 6 que empezó a diluviar y después de eso los críos empezaron a despertarse. El caso es que al levantarme, yo no sé si sería por el ibuprofeno, por la crema que me puso mi mujer en las piernas, por el Recovery 226ers. o por las tres cosas, pero me notaba las piernas como nunca después de un esfuerzo tan grande. Normalmente paso tres o cuatro días que no puedo ni bajar las escaleras y sin embargo esta vez me noto perfectamente.

En fin, la carrera bien organizada, bien señalizada, bien los avituallamientos, pero el recorrido no es muy atractivo y como yo siempre llego de los últimos pues me pierdo muchas cosas. Los voluntarios muy amables pero a veces sin mucha información. Lo más gracioso es que iba todo el rato pensando que por fin había encontrado una prueba señalada para despistados como yo y aún tuve que retroceder unos metros porque me equivoqué. Donde sí que no tuve la culpa fue cuando a pocos kms. de meta volvimos a la parte inicial del recorrido y nos encontramos con dos carteles iguales que indicaban uno para cada lado, afortunadamente mi compañero de fatigas lo tenía más claro que yo y escogimos el lado correcto.

La conclusión que saco de esta carrera, una vez más, es que me empeño en hacer carreras para las que no estoy preparado y tengo claro que con los entrenos que puedo y estoy dispuesto a hacer, difícilmente lo estaré nunca. Y esto es todo, que ya me he enrollado demasiado.